Por Chris Niles
TEGUCIGALPA, Honduras, 24 de julio de 2008 - Héctor Zelaya atrajo la atención de los aficionados al fútbol de todo el mundo durante la disputa de la Copa del Mundo de la FIFA de 1982, cuando marcó un gol frente al equipo anfitrión, la selección de España. Hoy en día, el ex integrante del seleccionado hondureño tiene una influencia igualmente poderosa en las vidas de los niños de su país.
El astro futbolístico que se ganó el apodo de "Pecho de Águila" es uno de los fundadores de la enormemente exitosa liga infantil Fútbol Para la Vida, que fundó en 2002.
"No sólo se trata de uno de los programas más sólidos del mundo, sino que aún está creciendo", explica el Sr. Zelaya. "En estos momentos tenemos más de 10.000 niños matriculados en este programa por el que han pasado ya más de 25.000 jóvenes jugadores que hoy viven vidas mejores".
Fútbol Para la Vida es un ejemplo de los muchos programas exitosos que reciben apoyo de UNICEF y que explotan las enormes posibilidades para mejorar las vidas de los niños y niñas que brindan los deportes.
Vidas transformadas
Uno de los numerosos beneficios de las actividades deportivas es que ofrecen a los niños vulnerables la posibilidad de eludir las drogas y las actividades criminales, que son dos graves problemas que confronta Honduras.
Ander Vásquez, de 14 años de edad, es uno de los miles de niños que se han beneficiado gracias a Fútbol Para la Vida. Ander vive con su familia en Villanueva, un vecindario de Tegucigalpa famoso por la violenta actividad de las pandillas.
Héctor Zelaya, fundador de Fútbol Para la Vida, una liga en la que participan más de 10.000 jugadores, posa junto a dos de ellos en Tegucigalpa, la capital de Honduras."Antes, paseábamos por las calles descalzos. Ahora, lo único que hacemos es jugar al fútbol", explica el niño.
La vida de Ander ha cambiado en muchos otros sentidos. El joven estudia afanosamente porque una de las condiciones para ingresar y permanecer en Fútbol para la Vida consiste en obtener buenas notas. Como parte del programa, Ander también aprende a evitar las drogas y el VIH.
La vida de Ander ha cambiado en muchos otros sentidos. El joven estudia afanosamente porque una de las condiciones para ingresar y permanecer en Fútbol para la Vida consiste en obtener buenas notas. Como parte del programa, Ander también aprende a evitar las drogas y el VIH.
"Me gusta el fútbol porque me mantiene alejado de las drogas y los vicios", comenta Ander.
Nuevas ambiciones
El programa también beneficia notablemente a Villanueva.
"Éste era uno de los vecindarios más peligrosos de Honduras, pero ahora es diferente. Se ha producido una reducción de las tasas de delincuencia", informa el entrenador Ever Antonio Ponce Medina.
El padre de Ander, Giovanni Antonio Sáenz, dice que ha notado cambios en las expectativas de su hijo.
"La práctica de los deportes les ha dado a estos niños conciencia de que pueden tener nuevas ambiciones", comenta. "Quieren tener cuerpos sanos y mentes sanas y mantenerse lejos de las drogas".
"Atraemos a los niños con el fútbol, pero el objetivo consiste en educarles para que sean útiles a nuestra sociedad", explica el Sr. Zelaya, que también creció en la pobreza y jugó al fútbol descalzo.
Motivo de orgullo
El Sr. Zelaya se propone dar dimensión nacional al programa Fútbol Para la Vida, y dice que el éxito del mismo se debe en gran medida al apoyo que recibe de UNICEF.
"Les digo a los niños que tienen algo en común con el FC Barcelona", añade en referencia a la alianza de UNICEF con uno de los equipos de fútbol más famosos del mundo. "Les digo que eso es algo de lo que deben sentirse orgullosos".
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